sábado, 16 de octubre de 2010

Bolivia


Desde su nacimiento hasta el día de hoy, la República de Bolivia se ha caracterizado por un tipo de desarrollo económico dual. Por una parte pequeños enclaves de producción moderna articulado a los mercados externos y por otra, las mayoritarias economías, tradicionales, artesanales, campesinas y comunales vinculadas a los sectores modernos de múltiples maneras, directas e indirectas. En particular fueron los movimientos sociales indígenas urbanos y rurales, además de las nuevas organizaciones aglutinadas en torno a la defensa de las necesidades vitales (agua, tierra e hidrocarburos) los que en las últimas décadas lograron conformar un amplio bloque de autonomía política y democratización social.

En Bolivia, el 62 % de los habitantes mayores de quince años se auto identifica como perteneciente a un pueblo indígena y poco más del 40 % de la población tiene como idioma materno uno indígena. Entre los 38 pueblos originarios y descendientes que existen en Bolivia, dos son los más importantes: los quechuas, que abarcan el 30 % de la población total del país y los aimaras que llegan al 25 %. Los primeros se hallan ubicados mayoritariamente en las zonas de los valles, en tanto que los aimaras en el altiplano, tanto rural como urbano. De hecho la tercera ciudad más importante del país, el Alto, es mayoritariamente indígena. El resto de los otros 35 pueblos, ubicados principalmente en las zonas de tierras bajas y llanos del país, llegan al 6% del total de la población censada.

Se puede decir que en Bolivia, en sentido estricto, la etnicidad desempeña el papel de un capital, el capital étnico que vendría a ser un plus social, un bien apetecible, monopolizable y facilitador del ascenso y las inserciones sociales.No es extraño, por lo tanto, que en las últimas décadas los movimientos sociales indígenas continentales hayan recobrado una vitalidad política inobjetable y en el caso de Bolivia, hayan acumulado una capacidad parlamentaria que los ha convertido en las principales fuerzas sociales de interpelación al Estado, de gobernabilidad sociopolítica, de reforma institucional.

Pintura rupestre de Incamachay
(2.000 años de antigüedad), Chuquisaca.

Desde el principio del siglo XXI y a raíz de la emergencia de la fuerza de los múltiples movimientos indígenas en todo el país, el movimiento cocacolero implementó estrategias de alianzas regionales y nacionales con otros movimientos y sectores sociales que han dado lugar a la formación de un "instrumento político" electoral que les permitió sacar el segundo lugar en la votación nacional de 2002, colocándose a solo un punto porcentual del partidor ganador, el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario). Este instrumento político llamado Movimiento al Socialista (MAS), más que un partido es una coalición flexible de múltiples movimientos sociales indígenas y no indígenas rurales y urbanos, laborales gremiales, campesinos que expandieron hacia el ámbito parlamentario sus estructuras de movilización. A fines del 2005, el dirigente máximo del partido, el líder indígena Evo Morales, fue electo presidente de Bolivia y el MAS conquistó la mayoría en la Cámara de Diputados y casi la mitad del Senado, además de elegir dos de los gobernadores de las provincias. Al resultar electo, Evo Morales, se convirtió en el primer líder indígena en llegar a la presidencia de la Republica de un país del continente.

Escudo de Bolivia

Se inició un proceso hacia un sistema estatal de democracia multicultural, que incorpora a los pueblos indígenas como sujetos colectivos de ciudadanía además de una descentralización política administrativa económica y federal. Con La Nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia que entró en vigencia el 7 de febrero del 2009 el Estado boliviano declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al océano pacifico y su espacio marítimos y prohíbe el latifundio entendido como la tenencia improductiva de la tierra. En lo político permite la reelección presidencial.

En términos económicos se busca romper el circulo de la pobreza emergente de la simple exportación de materas primas, y promover modos alternativos de desarrollo de las estructuras comunitarias y tradicionales a través de una amplia participación directa del Estado en la propiedad, producción e industrialización del gas, el más importante recurso natural del país, factor decisivo para reencausar la economía de una Nación, condenada hasta hoy a ser rica en recursos naturales y pobre en el usufructos colectivo de esos recursos.

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